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Era bien sabido en aquella época que el
Miserere de Gregorio Allegri era una obra extremadamente exclusiva y secreta: Sólo podía interpretarse en la Capilla Sixtina. Para mantener el secreto, los sacerdotes y ovispos del Vaticano pasaban las partituras a los músicos únicamente unas horas antes de la ejecución de la obra, con el fin de que no alcanzaran a copiarla (o a memorizarla). Como era de esperar, su publicación era penada con la excomunión.
No obstante, cuando el joven de 14 años llego a la posada donde se hospedaba junto a su padre luego de haber estado en la Capilla Sixtina experimentando la obra de Allegri por primera vez, se encerró en una habitación a solas y no salió hasta dentro de 2 horas. Cuando su padre lo vio le preguntó "¿Qué hacías ahí dentro?", pero el joven no respondió; se limitó a entregarle a su padre unas partituras escritas a mano. Cuando el padre, que también poseía el don de la música y la composición leyó la música escrita quedó petrificado: Era el
Miserere de Gregorio Allegri escrito a la perfección.
Basado en la vida de Wolfgang Amadeus Mozart