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Cof cof...
Gracias a ti si estás leyendo esto.
Hablábamos de música. ¿Qué más podría decir que no hubiera dicho antes, en alguna otra instancia?
La verdad no lo sé.
Tal vez no a muchos de los posibles lectores les cautive la música de la forma que a mi, y quiero dejar en claro que esto no es relevante. Con tal de que de algún modo cautive, podemos entablar una conversación del tema.
Hablando más bien de mí, me doy cuenta que la música no abandona; una vez que llega a tu vida, por circunstancias especiales en algunos casos, no se va, inclusive aunque quieras echarla, la música se queda.
Cada vez que necesito compañía lo más cercano es ella (que va, la gente también tiene sus propios problemas, no va uno a molestar con pequeñeces). Y es tan reconfortante, no tanto como una persona real, por su puesto; pero lo es.
Podríamos decir que, en mi caso, la música es mi catarsis personal, mi desahogo, mi psiquiatra, mi botón de pánico.
He aquí donde me dirijo con todo esto: La música siempre ES (y siempre ESTÁ), siempre tiene un momento para tí.
Gracias.
PD: Cierto anónimo criticó mi egoísmo. Le respondo sencillamente que la música comienza por uno (como todo arte). El centro de ella es sí misma a travez del interprete, es una conexión que va más alla del intérprete y el público, es entre el intérprete y la propia música. Por eso, según mi parecer, la visión artística más correcta para la música es, necesariamente, egoísta.