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Érase una vez un hombre que no podía aprender.
No me refiero a que no podía aprender matemáticas o filosofía, aquel hombre tenía un problema de aprendizaje bastante específico; no podía aprender de su experiencia.
Ello implicaba que todas las cosas que vivía y que le generaban tristeza o alegría eran completamente inaprehensibles para él, por lo que seguía cometiendo los mismos errores una y otra vez, en todo ámbito de su vida.
Un día, el hombre cometió una vez más un error muy típico en su vida: se quedo sentado en el pasto, aún cuando sabía que los regadores del parque comenzarían a funcionar en cualquier momento. El problema esta vez fue mayor; cuando los regadores comenzaron a rociar el cesped y, por ende, al hombre, éste comenzo a deshacerse hasta quedar convertido en parte del entorno.
Se convirtio en agua, en tierra, en pasto, en viento, en rocas, en gusanos, en moscas y en hormigas. Paso el tiempo y el hombre comenzó a convertirse en arboledas, lagos, montañas y demases. Finalmnte, el hombre paso a convertirse en otros hombres y mujeres.
Desde que ello ocurrió, existen hombres y mujeres que tienen la tendencia a no aprender de los errores prácticos de su vida, pues la escencia de aquel hombre que no podía aprender paso a formar parte de la suya propia.
PD: Imagen tomada de www.desconexioncubana.com/.../2008/06/roble.jpg